Una novela inolvidable sobre los peque?os detalles que conservamos de aquellas personas que dejaron huella en nuestra vida.
Como si recorriera las p?ginas de un libro, una mujer postrada en cama con fiebre evoca a cuatro personas de su pasado: una expareja que salt? a la fama, una compa?era de piso que desapareci? del mapa, un amor sin futuro, una madre fr?gil y dependiente. Pero ?qui?n es en realidad el retratado, la figura del lienzo o la que sostiene el pincel? El retrato se troca en autorretrato, y al trasluz de las personas que un d?a lo fueron todo para ella, la mujer recompone los retales de su juventud en el Estocolmo de los a?os noventa. A?os de fiestas y titubeos acad?micos, de amistades y amores tan intensos como ef?meros, cuando todav?a hab?a un list?n telef?nico en cada casa, la salud mental no formaba parte del vocabulario cotidiano y el nuevo milenio se esperaba con optimismo.
Ganadora del Premio August, el galard?n literario m?s importante de Suecia, y convertida enseguida en un ?xito internacional, esta novela de prosa delicada y precisa est? escrita desde un yo en el que es f?cil verse reflejado: inestable y cambiante, moldeado por el roce ?ntimo con un pu?ado de personas y por los detalles ?un gesto, una canci?n, una nota de amor escrita en un libro? que dan densidad y textura a una vida, a todas las vidas.
La cr?tica ha dicho...
'Con a?oranza, precisi?n y un humor sutil, Ia Genberg evoca los fragmentos de los que est? hecha cualquier persona, y deja que su voz inconfundible resuene en el lector.' Jurado del Premio August
'Una novela que invita al lector a reconocerse en lo que lee, revel?ndole aspectos de su propia vida con una gran carga de profundidad.' Aftonbladet
'Para entender nuestra vida hay que fijarse en los detalles, dirigir la atenci?n hacia fuera, apunta la narradora en un momento dado. Leerte tambi?n nos ha ayudado, podr?amos confesarle.' Antonio Lozano, La Vanguardia
'Este libro hermoso y emotivo se despliega en cuatro retratos independientes que, juntos, revelan una imagen conmovedora del retratista. La narrativa difumina los l?mites que separan la memoria de la ficci?n, el pasado del presente y a uno mismo del otro, lo que logra evocar el hechizo de la fiebre bajo la cual que fue escrito. Una novela incre?ble que se mezcla con nuestros propios recuerdos y se vuelve parte de nosotros.' Hern?n D?az